TEATRO. EN HONOR DE MARIO.
Solemne y severa resultó anoche la velada dispuesta en el
Teatro Principal en honor del insigne actor granadino Emilio Mario. El teatro
estaba espléndido y brillantísimo, en bancos, plateas y butacas lucían su
belleza las hermosas hijas de esta tierra. Se representó primeramente la admirable
comedia de Tamayo "Lo Positivo", y en honor a la verdad declaro que
desde que muy joven la vi hacer a Elisa Boldún, a Rafael Calvo, Victoriano
Tamayo y Ballesteros, si la memoria no me es infiel, jamás había podido
apreciar tantos primores y tantas bellezas de ejecución. Cuando se ve
representar de esa manera una comedia como "Lo Positivo" se advierte
lo que vale esa época de la literatura dramática en la historia de nuestro
teatro simbolizan los dos genios más excelsos Tamayo y Loyola.
ELISA BOLDÚN (1843-1915)
Esa de "Lo Positivo" es la realidad artística que
puede llevarse al teatro, esos los caracteres humanos idealizados que debían de
ofrecerse a la consideración del público y al análisis de la crítica. El Teatro
no podrá ser nunca clínica de histéricos, ni sala de disección; a lo sumo
podría dejar de ser templo de las Artes para convertirse en cátedra de
filósofos puestos.
Luego, cuando a esa realidad y a esos caracteres se les da vida por artistas cómo la Cobeña,
Cuevas, Rausell y Colom, la creación del genio aparece en toda la
esplendidez de su grandeza. Carmen
Cobeña consiguió anoche uno de sus más legítimos triunfos de la temporada.
Así debió crear Tamayo la Cecilia de su
comedia; así debió de imaginarla, bella,
delicada, sensible, con alma de ángel que triunfa de las pequeñeces de la vida al primer choque
con la calidad de las miserias humanas. En las escenas finales el segundo acto
estuvo sublime, inspirada; arrebato al público que la hizo subir a escena
cuatro veces. Cuevas, cuyo mayor mérito es la flexibilidad de su talento
artístico, interpretó de admirable modo el papel de Rafael, consiguiendo justos
y entusiastas aplausos en diferentes escenas. Rausell y Colom completaron el
conjunto que como se ha dicho resultó primoroso.
CARMEN COBEÑA JUNTO A GALDÓS (1910)
Después de la Comedia he alzó el telón nuevamente y apareció
el busto de Mario rodeado por las actrices y actores de la compañía y nuestro
querido compañero Rodolfo Gil que representaba al Liceo famoso de nuestra
ciudad. El cuadro era severo y artístico. Carmen Cobeña leyó el delicado monólogo
de Eusebio Blasco "Callad que no se despiste", que el gran actor
Mario recitó muchas veces. La bella actriz puso su alma toda en la poética y hermosa escena siendo
muy aplaudida. La Soriano leyó después,
admirablemente, una entusiasta poesía de D. Aureliano del Castillo recibiendo
muchos aplausos. Tocó el turno a Rodolfo
Gil que leyó la composición siguiente:
¡Honor a Mario!
Cuál el gigante roble que el rayo hiere
y el Ciclón arrastra,
de la cumbre
rodó;
de aquella cumbre de fulgores celestes coronada,
en que la admiración quema su incienso
y el arte esculpe su mejor estatua.
En el bosque sagrado de laureles
aún su nombre es escucha;
aún encantada verle espera otra vez
verle la muchedumbre
cuando el aplauso a la comedia estalla,
aún en la escena revivir parece
el eco grato de su voz templada...
Poder de la ficción.
Ficción hermosa que el talento
despierta en nuestra alma.
Cayó a tierra su cuerpo,
más su espíritu
en nuestra escena resucita y vaga;
en esta escena fulgida y gloriosa
que siempre hallaron inmortales plantas.
Aquí donde brillan
los colosos del teatro español;
donde la fama con el Oro del Dauro
hizo coronas,
con flores de los cármenes,
guilnaldas.
Aquí donde Liceo a los artistas
siempre rindió las
triunfadoras Palmas;
aquí donde Romea y la Matilde
un monumento a Maiquez levantaron;
¡aquí donde la historia del teatro
de nuestra historia fue brillante página!
Honrad a Mario, el granadino ilustre,
que honor que a él se tribute es de su patria.
Apartad de las sombras de la vida
el corazón, la mente y la mirada
y fijad un punto en los fulgores
que el arte noble de su trono irradia.
En él está la luz, en él la gloria
¡Dichoso el que después de la batalla gustó,
con la sonrisa entre los labios,
del triunfo halagador la miel premiada.
Dichoso el qué abrazado a su bandera murió
en el mundo pero no en las almas!
Mario no ha muerto: vive entre nosotros.
La admiración colócale en sus aras,
su afecto y culto artistas ríndale,
su recuerdo de amor le da Granada.
Entusiastas aplausos acogieron estos versos de los que nada
decimos porque se trata de un compañero y la justicia pudiérala tomar por
lisonja o verdadero cariño. Lo propio nos sucede con la hermosa poesía que sigue,
original del altísimo poeta, muchas veces laureado, Miguel Gutiérrez, que leyó
muy bien Agapito Cuevas arrancando unánimes aplausos.
AGAPITO CUEVAS
Cuna a Mario dio Granada,
le dio el teatro su gloria
mas nunca de su memoria
quedó la patria borrada.
Que para ceñir un muro
a su figura gentil
le dio su plata el Genil,
oro el riquísimo Dauro.
Aunque no llevó prendida
noble espada de guerrero
fue cumplido caballero
en la escena y en la vida.
De la fantástica tragedia
huyó los negros horrores;
pero exquisitos primores
supo hacer de la comedia.
Artista fue soberano,
luz de verdad y belleza
porque arte y naturaleza
en él se dieron la mano.
Cayó eclipsado su genio
que el mismo sol se oscurece;
mas su gloria resplandece
sin nubes en el proscenio.
Con él su patria ciudad
laurel y aplausos comparte.
Aplaudid, la voz del arte
suena en la inmortalidad.
Terminada la lectura, actrices y actores depositaron hermosas
coronas de laurel ante el busto del inolvidable actor y Rodolfo Gil una muy
elegante, de laurel de plata con lazos negros en que se lee: “A Emilio Mario,
el Liceo de Granada” en tanto que la orquesta tocaba una marcha fúnebre, y de
las bambalinas caía una lluvia de hojas de laurel. El público hizo que se
levantara el telón dos veces, para unir sus aplausos al homenaje que al insigne
granadino tributaban los artistas de la Compañía. La solemnidad resultó severa
y brillante, digna del gran actor de Granada y de la Cobeña y sus compañeros.
La fiesta terminó con la comedia “Pobre Porfiado” que la Soriano, Cuevas y
Colom interpretaron con primoroso arte. ¡Qué hermosura ver y oír comedias
dichas de ese modo!
Esta noche “El Padre Juanico” celebrada obra de Guimera. La
función que se celebrará mañana en el Teatro Principal promete ser muy lúcida.
En el programa figura un estreno el de: “Teatro feminista” obra que viene
precedida de gran fama, y en la que la hermosa Carmen Cobeña, encuentra ocasión
de lucir sus condiciones de artista eminente. Por exigirlo así el papel que
hace en dicha obra la Sra. Cobeña, cantará varios cuplets.
NUEVO ABONO: La empresa del Teatro Principal abre un nuevo
abono por nueve funciones que empezarán a contarse desde el sábado 5. Los
precios y condiciones son los mismos del actual.
NOTA ACTUAL 1: El Teatro Principal, luego conocido por el nombre de Teatro
Cervantes, se ubicaba en la plaza del Campillo. Cuenta Gómez Moreno en su “Guía
de Granada” (1892):
“Habiéndose
derribado en 1787 el antiguo, el Ayuntamiento quiso construir este, cuya obra
se empezó 1802 (…) y a los ocho años el conde Horacio Sebastiani, general de
las tropas francesas que invadían el país, hizo proseguir los trabajos con gran
celeridad, obligando a los ricos y aristócratas a facilitar las cantidades
necesarias (…) y se estrenó con nombre de Teatro de Napoleón (…) No es muy
espacioso, pero sólido; los relieves de su embocadura son de D. Manuel González
y apenas quedan ya restos de las excelentes decoraciones que pintaron para él
tan buenos escenógrafos como Muriel, padre e hijo, Aranda, Giuliani y otros.
Las columnas de mármol blanco, algo mudéjares, pertenecieron al convento de
Sancti Spiritus y las pusieron aquí cuando su demolición”.
NOTA ACTUAL 2: El Liceo de Granada era una Sociedad Literaria, la única que
había en la ciudad: el Liceo Artístico y
Literario, cuya sede estaba instalada en una de las salas pertenecientes al
Teatro Principal. Fue fundado en 1838.
NOTA ACTUAL 3: Emilio Mario (Granada, 30 de enero de 1838 - Madrid, 1899),
actor, director de escena y empresario teatral español, padre del comediógrafo
Emilio Mario (hijo).
EMILIO MARIO CHAVES (1838-1899)
Como escenógrafo en particular destacó por su rechazo a los convencionalismos
y tópicos que dominaban la escena de la época, como que los tontos eran
peludos, los sabios calvos, los militares bigotudos, los banqueros con
patillas, o los maridos celosos con largos mostachos. También repudió el que
que no se pudiese empezar en silencio o los actores no pudiesen volver la
espalda jamás al público. En escenas de sillón y tertulias domésticas agrupaba
con naturalidad, de frente, de espalda o de perfil, como en una verdadera reunión
de personas que conversan, ya que consideraba que el escenario no es un
escaparate de maniquíes, colocados cada uno en su lugar para mejor visión del
viandante, sino un reflejo de la realidad cotidiana, y en cuanto a la
indumentaria se servía de la más común, no de la más lucida.
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