viernes, 13 de septiembre de 2013

20 ABRIL 1900

EL INTERÉS DE ESPAÑA
EDITORIAL DEL EL DEFENSOR DE GRANADA.

“Según un cable de la Habana, Máximo Gómez, en una carta dirigida a su hijo y publicada por toda la prensa habanera, dice que el Ejército Liberador debe apresurarse a combatir contra los Estados Unidos hasta lograr la absoluta independencia de la Gran Antilla”.

La lectura del telegrama que acabamos de reproducir nos ha causado sensación de alegría. Fuera hipocresía decir lo contrario, y tememos que por hipocresía insana comentan los españoles la tontería de preferir el triunfo de los yankees sobre nuestros descarriados y aun ingratos hermanos, a la derrota del pueblo que nos ha robado las Antillas como el más ruin ladrón desvalija al viandante en medio de una carretera.

No tenemos colonias, y desgraciadamente no las tendremos o tardaremos mucho en extender nuestra dominación en el único territorio a que nos llama la tradición y la ley de la historia; por eso mejor que recordar nuestros pasados yerros, lamentando lo mal que lo hicimos, y mejor que discurrir de lo que debe ser un régimen colonial a la moderna, debemos aceptar los hechos consumados como castigo, como desgracia, como lección, como lo que se quiera, y aceptados, ajustar nuestra conducta al interés de la patria.
Este interés nos lleva derechamente a no repetir lo que hicimos con las repúblicas sudamericanas cuando se desprendieron de España. Las tratamos con odio mal reprimido o con desprecio estúpido, y habiendo podido ser amigos, representar en Europa a la América Latina, monopolizar el comercio europeo americano, enriquecernos y enriquecer a nuestros hermanos de allende los mares, mediar en sus discordias, ganar entre ellos la autoridad del padre que “consiente” la emancipación del hijo, pero que conserva la autoridad moral del jefe de la familia, fuimos todo lo contrario.

Los resultados ya se han visto: ha sido necesario que cayéramos en la desgracia y que nada se pueda temer de nosotros, para que los argentinos nos brinden amistad y respeto. Hasta ahora sólo inspirábamos allí odio o desdén, y con todos estrechaba aquella República relaciones mercantiles menos con nosotros.

¿Qué nos conviene con respecto a Cuba, Filipinas y Puerto Rico? Sencillamente que venzan a los yakees y se declaren independientes, para tratar en seguida con estos nuevos Estados, ser sus amigos y vivir con ellos como viven hermanos que, habiendo constituido cada uno familia aparte se aman, trabajan juntos, celebran alrededor de la misma mesa las grandes fiestas de la casa solariega, defienden como propios sus intereses, se apoyan en sus respectivas desgracias y hacen comunes sus alegrías. Nosotros contribuiríamos con todo nuestro poder a la independencia de Cuba y Filipinas sin escrúpulos de ninguna clase. Escrúpulos morales no los tenemos, porque ante el hecho consumado, en cuya causa todos pusimos las manos, fueran ridículo alarde de amor propio o de infundada dignidad. Escrúpulos legales no los podemos tener, porque el robo no es, ni puede, ni debe ser origen legítimo de propiedad, y robo fue el que realizaran los Estados Unidos al apoderarse de nuestras colonias.

Harto sabemos que por desgracia no estamos en disposición de intervenir pública y directamente en la contienda favoreciendo a Máximo Gómez y Aguinaldo; pero no se ha de impedir nuestro deseo de que ya que no son españolas Cuba y Filipinas, no ondee en ella la bandera del que nos las ha robado. Entre que sean yankees o que sean independientes, preferimos y preferiremos siempre lo segundo. 

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