LAS CESANTÍAS
Un diputado leyó anteayer en los pasillos del Congreso al
ministro de la Gobernación el telegrama en que “El Liberal” da cuenta del acuerdo
del Ayuntamiento de Granada referente a cesantías y nombramiento de empleados.
El ministro calificó con bastante dureza la conducta del Ayuntamiento,
ofreciendo al diputado que le hablaba proceder con dureza. Nosotros nos permitimos
poner en duda que el Sr.Dato se tome la molestia de reprimir los desmanes de
sus correligionarios, porque el ministro de la Gobernación no puede ser tan
torpe que no sepa que la suspensión de concejales y constitución de una mayoría
incondicional hubiera carecido de objeto,
si ésta no se dedicaba sobre todo y ante todo a repartir los destinos
municipales entre amigos y paniaguados. Comprendemos que el Sr. Dato si no tenía hecha alguna
recomendación que todo puede suceder, se sienta molestado y pesaroso de que sus
amigos hagan un uso tan indiscreto de las facultades que la Ley les confiere y
constituyen, por satisfacer pequeñas pasiones, al desprestigio de la política general del Gobierno
y a la negación del programa que hipócritamente sirve de bandera al Partido Silverista.
El hecho en realidad
es poco edificante. Acordar una docena de cesantías sin tomarse siquiera el
trabajo de justificarlas con cualquier pretexto; y nombrar en el acto los empleados que han de
sustituir a los cesantes, sin modificación ni reforma que sirva de falaz
disculpa, a la polacada, revela una
dosis de ingenuidad a la que no estamos acostumbrados. El Ayuntamiento y muy
especialmente el alcalde y los concejales que adoptaron el acuerdo, se han
hecho a sí mismos con esta airada determinación mucho más daño que el que hayan
podido inferir a los padres de familia a quienes privaron del pedazo de pan que
su trabajo les proporcionaba en los oficios municipales.
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