domingo, 14 de julio de 2013

7 ENERO 1900

EN HONOR DE UN NOVELISTA

La fiesta de ayer (6 Enero 1900). Concurridísimo estuvo ayer el “Huerto de las Tres Estrellas” con motivo de la solemne colocación en su fachada de una lápida que perpetuará allí la memoria del insigne novelista D. Manuel Fernández y González. Para ello ningún lugar mejor que aquel encantado huerto del Albayzín que artistas y literatos han convertido en su centro de reunión. Desde que la idea se inició no ha descansado ni un momento hasta llevarla a cabo nuestro querido colaborador, el fecundo y veterano poeta D. Antonio Afán de Rivera. En aquel poético retiro en que se cree que Fernández y González escribió “Martín Gil” congregándose ayer la generación contemporánea del ilustre novelista de nuestra Cuerda y la gente joven, literata o aficionada a las letras, en unión de los artistas granadinos que invitados, quisieron contribuir con su presencia al mejor escrito del pensamiento. Poco después de la hora señalada colocase sobre la puerta morisca que da acceso a la casa del Huerto de la Tres Estrellas y bajo el precioso aljimez que corona aquella parte de la fachada la lápida conmemorativa y que es de mármol y tiene en caracteres rojos la siguiente inscripción:

A la memoria de Manuel Fernández y González insigne poeta del alma granadina, fecundo novelista en cuya obra “Martín Gil” tan admirablemente se retrata el barrio predilecto de los amigos de las musas, el Albayzín famoso. Congregados éstos por Afán de Rivera en su Huerto de las Tres Estrellas, acordaron se esculpa y fije la presente lápida el Domingo 5 de Noviembre del año del Señor de 1899.


RETRATO DE MANUEL FERNÁNDEZ Y GONZALEZ


Colocada la lápida, artistas y literatos, escritores y periodistas, cuantas personas habían respondido a la galante invitación del Sr. Afán de Rivera pasaron al huerto y sentados bajo la parra que da sombra al rosal plantado hace más de 20 años por otro poeta granadino por Baltasar Martínez Durán fueron generosamente atendidos y obsequiados por el patriarca venerable de nuestra familia literaria. Apenas se cabía allí. Los asientos eran escasos para tantos cuantos habían concurrido a la fiesta. Ésta cerrose con una parte meramente literaria. Otro soldado venerable de nuestras letras D. Francisco Javier Cobos rompió el fuego con una preciosa carta en verso que como oro en paño conserva y que fue dirigida por el propio Fernández y González a D. Juan Facundo Riaño. La carta inédita, tiene la fecha de 5 de Agosto de 1853 y precisamente sobre cosas de Granada. Con las inspiradas décimas que el actual director de la Normal de Maestros le inspiró la muerte del gran novelista, rindió a su memoria tributo el Sr. Cobos. Nuestro compañero de redacción el Sr. Gil hizo la poesía que en este número publicamos. De extensas y notables composiciones suyas dieron también lectura los Sres. Jacobo Orellana y D. Luís Aguilera. El distinguido escritor y literato D. Nicolás Marín López hizo el retrato del novelista cuya memoria honró ayer Granada en un buen soneto allí improvisado. Y el Sr. Ruíz de Almodóvar (D. Gabriel) cuyos trabajos han admirado también muchas veces los lectores de El Defensor de mano maestra en un artículo, hizo un discurso excelente d la figura de Fernández y González, cuyos rasgos más salientes, anécdotas y genialidades recordó. No podía menos que hablar el Sr. Afán de Rivera y lo hizo con palabra fácil y galana, con acento de emoción y ardor juvenil para dar las gracias a cuantos habían atendido su invitación honrándole al tiempo que tributaban homenaje de admiración y recuerdo al fecundo novelista que consagró a Granada lo mejor de su pluma y su ingenio. Alentó el Sr. Afán a los artistas y escritores para que unidos todos por el lazo de las grandes ideas hiciesen del Huerto de las Tres Estrellas punto donde convergiesen todas las aspiraciones y sentimientos de las bellas artes en Granada y verdadero foco de la cultura granadina. Por la Granada obra realizada y por su breve y elocuente discurso el Sr. Afán de Rivera fue muy felicitado. A tanto parabienes como ayer recibió unimos el nuestro entusiasta. Que quien trabaja para honrar y perpetuar la memoria de los nombres ilustres perpetúa el suyo propio en la historia del movimiento intelectual de un pueblo. En las tres Estrellas:

“¡Salud ilustres hijos de Granada!
Torbellino de fuego,
vuestro espíritu
mi espíritu inflamó.
Vi en las alturas brillar
de los cruzados de la idea
las plumas de oro y los lucientes cascos
y hasta el huerto hechizado os he seguido
fijos en vuestro lábaro mis ojos
como el creyente en Palestina el alma,
a Godofredo de Bouillon siguiera.
Yo os bendigo.
En las fértiles orillas del río amado
que la vega cruza bebí mi inspiración;
sobre sus aguas admiré reflejados
los encantos de la hermosa ciudad
a mis oídos llevó el Genil
su veloz corriente de mi niñez
en las tranquilas horas
el eco halagador de vuestros cantos;
la voz de vuestras glorias ,
al acento de un numen inmortal.
Y mis amores, los niños de mi loca fantasía
fueron Granada, mi gentil Granada,
del califato en la dormida corte
y en el continuo batallar sangriento
con que a la juventud Madrid espera.
A vuestro lado estoy.
Mi voz,
mi alma rinde pleito homenaje a vuestros lauros;
son mis costumbres las costumbres vuestras,
 con vosotros aliento,
con vosotros de la leyenda en la rosada cuna
cogiendo voy las flores encantadas
que una inmutable tradición os decía
y del tiempo el ciclón seca y deshoja.
Y mi musa, dormida luengos años
cual tierna planta
que el helado soplo del Guadarrama agosta,
se despierta y vive en vuestros cármenes,
y sale del Albayzín las cuestas empinadas
y en las alturas de las “Tres Estrellas”,
mirando a la ciudad vi el Paraíso.
No ha muerto el ideal.
Amadas sombras al través del ramaje
de este huerto miro cruzar;
en sus pupilas vidas de la celeste inspiración la llaman;
es el poeta que en sus rimas vierte
de su alma los perfumes y amarguras;
es la novela espléndida y brillante
que aquí a su electo ciñe la corona.
Como los guarda el corazón,
inscritos quedan en mármol
los ilustres nombres que,
si en la cima negra del sepulcro cayó el guerrero,
sus lucientes armas,
la enseña que en la hoz alzó a los cielos,
no pueden perecer.
De la materia vencedor el espíritu,
remonte de nuestro mundo las altivas cumbres
y a tu mirada atenta la idea que nunca muere,
como la estrella fulge que a todos guía
y en su luz nos baña Rodolfo Gil.”

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