EL INTERÉS DE ESPAÑA
EDITORIAL DEL EL
DEFENSOR DE GRANADA.
“Según un cable de la Habana, Máximo Gómez, en una carta
dirigida a su hijo y publicada por toda la prensa habanera, dice que el Ejército
Liberador debe apresurarse a combatir contra los Estados Unidos hasta lograr la
absoluta independencia de la Gran Antilla”.
La lectura del telegrama que acabamos de reproducir nos ha
causado sensación de alegría. Fuera hipocresía decir lo contrario, y tememos
que por hipocresía insana comentan los españoles la tontería de preferir el
triunfo de los yankees sobre nuestros descarriados y aun ingratos hermanos, a
la derrota del pueblo que nos ha robado las Antillas como el más ruin ladrón
desvalija al viandante en medio de una carretera.
No tenemos colonias, y desgraciadamente no las tendremos o
tardaremos mucho en extender nuestra dominación en el único territorio a que
nos llama la tradición y la ley de la historia; por eso mejor que recordar
nuestros pasados yerros, lamentando lo mal que lo hicimos, y mejor que
discurrir de lo que debe ser un régimen colonial a la moderna, debemos aceptar
los hechos consumados como castigo, como desgracia, como lección, como lo que
se quiera, y aceptados, ajustar nuestra conducta al interés de la patria.
Este interés nos lleva derechamente a no repetir lo que
hicimos con las repúblicas sudamericanas cuando se desprendieron de España. Las
tratamos con odio mal reprimido o con desprecio estúpido, y habiendo podido ser
amigos, representar en Europa a la América Latina, monopolizar el comercio
europeo americano, enriquecernos y enriquecer a nuestros hermanos de allende
los mares, mediar en sus discordias, ganar entre ellos la autoridad del padre
que “consiente” la emancipación del hijo, pero que conserva la autoridad moral
del jefe de la familia, fuimos todo lo contrario.
Los resultados ya se han visto: ha sido necesario que cayéramos
en la desgracia y que nada se pueda temer de nosotros, para que los argentinos
nos brinden amistad y respeto. Hasta ahora sólo inspirábamos allí odio o desdén,
y con todos estrechaba aquella República relaciones mercantiles menos con
nosotros.
¿Qué nos conviene con respecto a Cuba, Filipinas y Puerto
Rico? Sencillamente que venzan a los yakees y se declaren independientes, para
tratar en seguida con estos nuevos Estados, ser sus amigos y vivir con ellos
como viven hermanos que, habiendo constituido cada uno familia aparte se aman,
trabajan juntos, celebran alrededor de la misma mesa las grandes fiestas de la
casa solariega, defienden como propios sus intereses, se apoyan en sus
respectivas desgracias y hacen comunes sus alegrías. Nosotros contribuiríamos
con todo nuestro poder a la independencia de Cuba y Filipinas sin escrúpulos de
ninguna clase. Escrúpulos morales no los tenemos, porque ante el hecho
consumado, en cuya causa todos pusimos las manos, fueran ridículo alarde de
amor propio o de infundada dignidad. Escrúpulos legales no los podemos tener,
porque el robo no es, ni puede, ni debe ser origen legítimo de propiedad, y
robo fue el que realizaran los Estados Unidos al apoderarse de nuestras
colonias.
Harto sabemos que por desgracia no estamos en disposición de
intervenir pública y directamente en la contienda favoreciendo a Máximo Gómez y
Aguinaldo; pero no se ha de impedir nuestro deseo de que ya que no son
españolas Cuba y Filipinas, no ondee en ella la bandera del que nos las ha
robado. Entre que sean yankees o que sean independientes, preferimos y
preferiremos siempre lo segundo.
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